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Perfiles de personalidad y coronariopatias I: el patron de conducta tipo A

En términos generales, las múltiples causas que generan estrés pueden ser las mismas para cualquier sujeto. Las diferencias se presentan cuando tomamos en cuenta los modos de interpretar las situaciones estresantes y las consiguientes respuestas adaptativas. En este caso, el análisis nos permite distinguir diferentes perfiles psicológicos, también llamados comúnmente patrones de conducta.Un patrón de conducta es un modelo que integra rasgos de personalidad, creencias, actitudes, conductas y una determinada activación fisiológica. Tradicionalmente, se han definido tres tipos de personalidad, a su vez, relacionados con diferentes trastornos de salud: los tipos A, B, y C.

Actualmente, se investiga un nuevo perfil: el tipo D o personalidad de distrés.

El patrón de conducta tipo C se encuentra en individuos obsesivos, introvertidos, que interiorizan su respuesta al estrés. Según las estadísticas, presentan una mayor predisposición a contraer infecciones, alergias, dermatitis varias, reumas y hasta cáncer. Su respuesta de estrés afecta su sistema inmunológico.

Bajo el tipo B encontramos sujetos relajados y abiertos a las emociones, tanto positivas como negativas. Hay una mayor participación en los mecanismos de adaptación o respuesta al estrés. Pero, estos pueden ser desencadenantes, en algunos casos, de procesos neuróticos y depresivos.

Los individuos con un patrón de conducta tipo A presentan una respuesta autonómica al estrés (por la activación del sistema simpático adrenal) y están más propensos a padecer enfermedades cardiovasculares.

EL PATRON DE CONDUCTA TIPO A

Posiblemente, el estudio más importante sobre la incidencia de los aspectos psicológicos en la enfermedad coronaria, observados en la práctica médica, fue el que realizaron los cardiólogos Friedman y Rosenman a partir de 1959. Estas investigaciones interdisciplinarias permitieron la formulación de un patrón de conducta con tendencia a desarrollar la enfermedad coronaria que denominaron comportamiento tipo A.

Para Friedman y Rosenman el tipo A constituye un factor de riesgo independiente en el desarrollo de la enfermedad arterial coronaria, caracterizándolo básicamente bajo los siguientes rasgos: impaciencia acentuada, marcada competitividad, baja tolerancia a la frustración y fácil reacción hostil.

Friedman y Rosenman concluyeron que el patrón comportamental tipo A es un factor de riesgo tan significativo en la enfermedad coronaria como el tabaquismo, la hipercolesterolemia y la hipertensión arterial.

Las investigaciones de Jenkins, en Europa, Australia e Israel, han corroborado la hipótesis de Friedman y Rosenman. Pero, además, mostraron la relación del tipo A con la aterosclerosis y, como contraste, que enfermedades como neuropatías y cáncer se presentan con igual frecuencia tanto en individuos del tipo A como del tipo B.

En términos generales, el patrón de conducta tipo A es considerado un síndrome de conducta manifiesta o estilo de vida caracterizado por extrema competitividad, motivación de logro, agresividad (algunas veces contenida con esfuerzo), apresuramiento, impaciencia, inquietud, hiper-alerta, expresividad en el habla, tensión en los músculos faciales, sensación de estar bajo presión y el desafío con la responsabilidad. Las personas que tienen este patrón están usualmente entregadas a su vocación o su profesión, mientras que son relativamente descuidados en otros aspectos de su vida.

En el Estudio Framingham, junto con el tipo A, se incluyen también otros aspectos psicosociales presentes en los individuos estudiados: labilidad emocional, cólera, problemas laborales y matrimoniales, movilidad e incongruencia social.

El patrón de conducta tipo A fue originalmente definido a partir de estos elementos:

- Hostilidad
- Urgencia en el tiempo o impaciencia
- Competitividad y orientación al logro
- Desatención de síntomas de dolor/fatiga
- Control
- Indefensión

Hostilidad:
Desde las primeras investigaciones, la hostilidad ha sido considerada un componente esencial del tipo A.
Se ha comprobado que el PACTA se presenta más irritable que el tipo B ante la frustración, o el bloqueo, en su necesidad de alcanzar un objetivo. Dicha irritabilidad ha constituido una evidencia indirecta de la hostilidad.
Otros estudios han establecido el componente de hostilidad de modo más directo.
Los rasgos de conducta tipo A se presentan en los casos en que existe un ambiente que amenaza el dominio de la situación. En ausencia de circunstancias amenazantes la conducta de los sujetos tipo A no difiere de la de los tipo B.

Urgencia en el tiempo/impaciencia:
Los sujetos clasificados bajo el patrón de comportamiento tipo A manifiestan un fuerte sentido de urgencia en el tiempo. Para estos sujetos el intervalo de un minuto pasa más rápido que para los individuos del tipo B.
Esta impaciencia puede influir sobre otros rasgos comportamentales.

Competitividad y orientación al logro:
El tipo A presenta una exagerada tendencia competitivo-ganadora, la evidencia de este elemento ha sido establecida por diferentes fuentes. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones han prestado menos atención al aspecto competitivo de la orientación al logro.
Respecto de las estrategias para alcanzar el éxito, el tipo A prefiere trabajar en tareas estresantes de modo solitario. El trabajo solitario le permitiría un mayor control sobre el producto terminado.Pero, en los momentos previos a la tarea, prefiere esperar en compañía de otros y no solo. Tal vez porque esto le permite recabar información para la tarea a través de cierta cooperación social. Dicha cooperación social también funciona en estos sujetos como una forma para mejorar la propia actuación en tareas simples, aunque, en algunos casos, puede desmejorarla en las tareas complejas.

Desatención de síntomas de dolor/fatiga:
Este rasgo es muy importante en su asociación con las enfermedades coronarias.Diversos estudios han permitido señalar que el sujeto tipo A es menos consciente, que el tipo B, en reconocer la fatiga o el dolor: posiblemente suprime y/o ignora estos síntomas cuando está inmerso en una tarea que ocupa toda su atención.
El tipo A presenta un mayor control de sí mismo que el tipo B, aún en niveles de cansancio que van más allá de lo normal. Hasta podría administrar sus recursos físicos hasta el agotamiento con una mayor consistencia.
Como la fatiga es el más común —y el más temprano en su manifestación— síntoma de un inminente ataque cardíaco, al negarlo y/o ignorarlo, el individuo tipo A podría esperar demasiado para pedir ayuda.
El tipo A niega o suprime activamente su atención a los estímulos molestos e irrelevantes, aún los físicos, y por lo tanto, serían sujetos menos conscientes de dichos síntomas. En la medida en que está comprometido con una tarea a la que le ha asignado gran importancia, el tipo A focaliza en ella su atención excluyendo los acontecimientos o estímulos periféricos.
Este particular estilo de atención también tendría incidencia en otros procesos cognitivos, como la formación y uso de categorías. En general se considera que un sujeto tipo A conforma categorías que tienen definiciones límites que abarcarían tanto atributos frecuentes como infrecuentes, en particular bajo situaciones de desafío.

Control:
Partiendo de la evidencia de que situaciones de desafío permiten la emergencia del comportamiento tipo A, Matthews y Glass han caracterizado al PACTA como aquél que tienen un estímulo de respuesta orientado al logro, manteniendo el control sobre los aspectos centrales del medio ambiente.
El tipo A se presenta con un mayor deseo de ejercer control personal sobre sus acciones y las consecuencias que se siguen de ellas. Así, la pérdida de tiempo —por ejemplo— es interpretada por estos sujetos como una amenaza al control. También la frustración representa una amenaza para su necesidad de control, conduciéndolo, en muchos casos, a una conducta agresiva.

Indefensión (helplessness):
Este rasgo está directamente relacionado con el rasgo anterior.Ya ha señalado la importancia que otorga un individuo tipo A al control de su ambiente. Si bien estos sujetos intentan reasumir el control bajo amenaza, esto no siempre es posible. Si la situación es verdaderamente incontrolable el sujeto percibirá su pérdida de control. Como resultado de esta percepción disminuye su esfuerzo. Este estado de disminución del esfuerzo se conoce como impotencia, indefensión o desamparo (helplessness).

PATRON A DE CONDUCTA Y ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES

Alarcón Gutiérrez señala como "dimensión biológica" de la incidencia del tipo A de conducta en las enfermedades cardiovasculares los siguientes síntomas:

- Los efectos patógenos del colesterol y su asociación con el tabaquismo, el sedentarismo y la falta de ejercicio físico.
- Los efectos en la viscosidad sanguínea.
- Los efectos provocados por aumento de frecuencia cardíaca.
- Los efectos provocados por aumento de la demanda de O_ miocárdico.
- Vasoconstricción y arritmia por fibrilación ventricular tras estimulación adrenérgica.
- Secreción muy superior a los 17-OHCS y su importancia psicológica: hormonas corticales producidas a partir del eje hipófiso-suprarrenal de gran influencia en procesos psicobiológicos como la ansiedad, la urdimbre afectiva, la hostilidad, el miedo y la depresión.
- Activación conductual y déficit neurotransmisor.
- Menor capacidad de habituación a la estimulación nerviosa y una mayor deshabituación de la respuesta cardíaca.
El PACTA ha sido parcialmente considerado como un factor de riesgo tradicional de enfermedades coronarias-cardíacas. Se ha asociado al tipo A con las siguientes manifestaciones fisiológicas: mayores niveles de colesterol que el tipo B, aún en personas jóvenes y mayor labilidad en la presión arterial que el tipo B .

Sin embargo, aparentemente, no se lo ha podido asociar con la hipertensión crónica.Actualmente hay suficiente evidencia de que el tipo A responde al estrés social y psicológico de la vida cotidiana, presentando reacciones fisiológicas más fuertes que el tipo B:

- Experimenta más frecuentemente —y por períodos más extensos— altos niveles de estimulación simpática.
- Repetidas estimulaciones de esta "reacción de defensa" (patrón de cambios fisiológicos que moviliza el organismo para la acción) se han asociado con cambios cardiovasculares y bioquímicos perjudiciales para el corazón y los vasos sanguíneos.

La descarga de catecolaminas por terminales nerviosas y la médula adrenal es uno de los componentes de la respuesta de estrés que ha sido relacionado directamente con las enfermedades cardiovasculares.

Se ha considerado significativo que el tipo A muestre altos niveles de suero de la catecolamina norepirefrina, en mayor medida que el tipo B.

También se comprobó que los sujetos tipo A excretan más epinefrina en respuesta a retos competitivos y a la combinación competitividad-hostigamiento.

La secreción de catecolaminas potenciaría la enfermedad coronaria ya sea facilitando la aterosclerosis, como, también, incrementando el riesgo de eventos clínicos agudos.

En la medida en que los individuos responden a los estímulos estresores de múltiples maneras fisiológicas y conductuales, cabe preguntarse si la hiperactivación conductual del tipo A es paralela a la hiperactivación fisiológica y si las respuestas fisiológicas son diferentes en los tipos A y B. Lo que distingue las reacciones fisiológicas está asociado con el estilo de comportamiento del tipo A y que tales reacciones ocurren bajo las mismas condiciones que permiten descubrir los rasgos conductuales del tipo A.

Más recientemente se ha puesto el acento en la investigación del papel que cumple la situación desafiante.Pero, aunque la asociación entre estrés y PACTA para el desencadenamiento y desarrollo de enfermedades cardiovasculares es controvertida, muchos son los enfermos que creen que el estrés es el factor más importante que los condujo al infarto de miocardio.

Por sí mismo, —es decir, sin la asociación con el estrés— el PACTA ha sido considerado factor de riesgo para enfermedades coronarias. Durante algún tiempo se aceptó que tipo A está asociado con el incremento del riesgo cardíaco y que este alto riesgo es independiente, presentando la misma magnitud de riesgo que los conocidos tradicionalmente como factores de riesgo: la hipertensión, la hipercolesterolemia y el tabaquismo. Los factores de riesgo tradicionales (historia familiar, tabaquismo, etc.) explican sólo el 50% del desarrollo, desencadenamiento, de la enfermedad coronaria.

BIBLIOGRAFIA:

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